Los últimos cincuenta años han supuesto un coste de deforestación nunca antes visto en la historia de la humanidad, arrasando un 15% de la superficie mundial de vegetación equivalente al territorio de España, Portugal y Francia. Ahora, un nuevo estudio alerta sobre la pérdida de 4.567 kilómetros cuadrados de la selva del Amazonas en los últimos diez meses: un 54 % más que el período anterior ,la Amazonía perdió 649 kilómetros cuadrados de selva nativa, según el Sistema de Alerta de Deforestación del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía.
La causa principal de este continuo aumento de la explotación de los bosques radica en el incremento del consumo de carne y la consecuente expansión de la ganadería extensiva, así como el cultivo de soja y la creación de pastos para la ganadería. Tan sólo Brasil, país que alberga la mayor parte de la selva amazónica, ha transferido más de 60 millones de animales a la esta región, lo que ha avivado el debate internacional sobre quién decidir sobre el mayor pulmón del planeta.
Algunos expertos señalan que una deforestación superior a un 20% significará un punto de no retorno para el medio ambiente, el cambio climático y la extinción masiva de especies. “El 70% de las enfermedades humanas son producidas por la destrucción de la naturaleza”, afirma en plena pandemia de la covid-19 un nuevo informe de WWF, que incluye la deforestación y la destrucción de hábitats, el cambio de uso en la tierra, así como la intensificación insostenible de la producción animal como algunas de las principales causas de riesgo.
Entre las grandes amenazas que enfrenta este ecosistema se encuentran también los grandes proyectos hidroeléctricos que se llevan a cabo en los valiosos ríos de la cuenca amazónica, como las presas de la cuenca del río Tapajos, hogar de la tribu Mundurukú. También las empresas eléctricas y el mercado de madera tropical hacen negocio de la destrucción de la selva. España es uno de los mayores importadores de madera tropical amazónica y el cuarto importador mundial de madera de ipé, “contribuyendo no solo a la destrucción de la Amazonia sino tambień a la invasión de territorios indígenas o el trabajo esclavo”, afirma Greenpeace.
“Debemos frenar el comercio y el consumo de alto riesgo de la vida silvestre, detener la deforestación y la conversión de la tierra, así como gestionar la producción de alimentos de manera sostenible”, afirmó Marco Lambertini, Director General de WWF en un comunicado de prensa. “Todas estas acciones ayudarán a prevenir la propagación de patógenos a los humanos y también abordarán otros riesgos globales para nuestra sociedad, como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. No hay debate, la ciencia es clara”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un 80 % de la pérdida de bosques en Brasil se relaciona directa o indirectamente con la ganadería. El país carioca es, de hecho, el principal exportador de carne del mundo y, de acuerdo con el Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas (IPAM), las áreas con las mayores tasas de deforestación y más brotes de incendios se encuentran cerca de las ciudades con mayor concentración de cabezas de res.
Asimismo, otra de las principales causas de la deforestación del Amazonas es la explotación forestal, aquellas actividades relacionadas con la tala de árboles, realizada en gran parte de forma ilegal. El mercado de madera tropical alrededor del mundo depende en gran medida de la destrucción de la selva amazónica y Estados Unidos, Francia, Portugal, Bélgica y Países Bajos se encuentran entre los países que más madera de Ipé, árbol brasileño en peligro de extinción, importan de manera ilegal.
En la medida en que se vayan cortando sus árboles, el Amazonas irá disminuyendo la cantidad de vapor de agua que libera a la atmósfera, al igual que las lluvias que se precipitan sobre la selva misma. De manera que se reduciría la humedad y se incrementaría la sequía, como ocurrió en Borneo, donde el Homo sapiens, mediante la tala incontrolada de árboles convirtió a una de las mayores selvas húmedas del mundo, uno de los más importantes reservorios lluviosos del planeta, donde hace apenas un poco más de medio siglo la humedad y el barro hacían inimaginables un incendio forestal, en un lugar árido, seco y hostil, no apto para animales ni vegetales en la mayor parte de su territorio, donde los fuegos de vegetación son cosa de todos los días. Borneo es un caso gravísimo de la inconciencia humana respecto al medio ambiente, que debe ser el espejo retrovisor de la humanidad, para mirar lo que pudiera ocurrirle a la Amazonía en un próximo futuro si no se acomete a tiempo el problema.